El Concilio Vaticano II subrayó claramente una ECLESIOLOGÍA DE COMUNIÓN, en la que mostraba cómo todos los fieles, consagrados por el Espíritu Santo para formar un templo espiritual y un sacerdocio santo, por medio de los sacramentos de iniciación cristiana , están llamados por el mismo Cristo a cooperar activamente para poner en acto la misión salvífica de la Iglesia . En los diversos documentos conciliares se recuerda, además, que no todos los fieles ejercitan en el mismo modo esa común responsabilidad, puesto que dentro de la orgánica comunión eclesial a cada uno se le asigna una tarea especial, según su propia condición.
En términos generales se puede decir que el consejo pastoral es un EQUIPO DE TRABAJO constituido por el párroco y algunos feligreses elegidos, en representación de la comunidad parroquial, para colaborar con él en la animación y orientación pastoral de su parroquia. Su razón de ser por lo tanto, está íntimamente ligada al espíritu de comunión y participación que debe estar presente en toda comunidad eclesial.
El consejo pastoral es un ÓRGANO REPRESENTATIVO de la parroquia y se convierte en CAUCE PARTICIPATIVO de la misma, en el que se ejercita en forma serena y madura la corresponsabilidad en la Iglesia. Por este motivo se constituye en signo de unidad en la fe y de comunión de los fieles entre sí y con sus pastores.
Es un instrumento permanente de consulta, cuyos consejos y sugerencias al párroco, dentro de un espíritu de comunión eclesial, pueden ser de gran utilidad para llegar a una correcta deliberación en determinados asuntos. Sin embargo corresponde al párroco tener en gran consideración las propuestas y sugerencias del Consejo, sobre todo si se expresa un parecer unánime, permaneciendo intacta la libertad y autoridad que le compete en el ejercicio del pastoreo de su comunidad . Por su misma naturaleza, por consiguiente, el consejo no puede tomar decisiones que obliguen al párroco, a menos que en casos particulares éste último haya considerado oportuno atribuirle el voto deliberativo.