En esta situación llena de sufrimientos y angustias acudimos a ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.
Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos: consuela a los que lloran por la pérdida de sus seres queridos; sostiene a aquellos que se encuentran angustiados y que para evitar el contagio no pueden estar cerca de las personas enfermas. Infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto.
María, Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz.
Protege a los médicos, a las enfermeras/os, al personal de la salud y a todos los voluntarios que arriesgan sus vidas para salvar otras vidas. Acompaña su precioso servicio y concédeles fortaleza, bondad y salud.
Virgen Santa permanece junto a quienes asisten, noche y día, a los enfermos y a todos los que los cuidan y acompañan con solicitud pastoral y compromiso evangélico, presencia de consuelo y esperanza.
Asiste a los líderes de las naciones para que actúen con sabiduría y espíritu de solidaridad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir.
Madre Santa, acrecienta en todos nosotros el sentido de pertenencia a la única gran familia humana, para que con espíritu fraterno y solidario salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria.
Virgen María, Consuelo de los afligidos, abraza a todos tus hijos atribulados, haz que Dios nos libere con su mano poderosa de esta terrible pandemia y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad y en paz.
Nos encomendamos a Ti, Madre, que brillas en nuestro camino como signo de esperanza. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María¡ Amén.